Los hombres que practican severas austeridades como la flagelación, que jamás fueron ni serán sugeridas por los Maestros Ascendidos, tan solo por ignorancia, ostentación y vanagloria de su propia rectitud, se vuelven apegados, concupiscentes y desprovistos de sensatez.. Torturan todos sus órganos y a su Cristo Interno, que mora dentro del cuerpo. Estos se vuelven bárbaros y amargados y en nada sirven al propósito de las Divinidades.