Sobre esta constitución cuádruple del hombre, también aparecen en la Biblia otras
enseñanzas en diferentes maneras. Por ejemplo, las cuatro Bestias del Apocalipsis son, en realidad, los cuatro caballos que
son considerados en otra manera de lo más interesante. Encontramos aquí un león, un becerro (o buey o toro), una tercera bestia con
la cara de un hombre, y un águila voladora.
Aquí, la segunda bestia que «era semejante a un becerro" representa el cuerpo y el plano físico en general, y toma el lugar del
Caballo Pálido. La tercera bestia «tenía rostro como de hombre", y representa el intelecto o el Caballo
Negro. En la tradición se tiene que la cara -y especialmente la frente- representan el intelecto, así como el corazón representa los sentimientos. La cuarta bestia «era semejante a un águila
volando", o el Caballo
Rojo. La primera bestia era «semejante a un león" y representa la naturaleza espiritual, o el Caballo Blanco.
Estas diferentes referencias en la
Biblia no son meras repeticiones o reiteraciones, ya que cada uno se acerca al tema desde un ángulo
ligeramente diferente, por lo que nos da conocimiento adicional. Vemos aquí, por ejemplo, que la naturaleza emocional es expresada por un águila. Esto representa a Escorpio
en el Zodíaco, y Escorpio puede ser expresado ya sea por un reptil (a veces un escorpión
y a veces una víbora) o un águila. La lección aquí, una vez más, es que la naturaleza
emocional tiene que ser redimida mediante la transmutación de lo inferior a lo
superior, de manera que el que una vez fue
reptil se convierta en un águila encumbrante. Sólo entonces tendrán el dominio sobre
dicha naturaleza. Verán que ésta es una aseveración mucho más completa y superior sobre el tema que la mera comparación al Caballo Rojo, aunque ésta
última fue impactante y útil para comenzar.
Es interesante notar aquí que el símbolo de un águila con la víbora en
su pico (conquistando a la víbora) se usa todavía en México. Una vieja leyenda azteca
narra que cuando la gente entró a la nueva tierra (el México moderno), tuvieron que
marchar hasta que encontraran a un águila devorando una víbora. En dicho punto
habrían de construir su ciudad, y así fue que se escogió el lugar actual de la
Ciudad de México.
Sin lugar a dudas, los aztecas derivaron esta leyenda de sus ancestros
Atlantes, y el verdadero significado de la misma sería que La Ciudad, la conciencia verdadera, sólo puede ser construida cuando la naturaleza
emocional ha sido trasmutada.
El buey (a veces un becerro o un toro) es obvio como el símbolo de la
materialidad. Es tradicionalmente opaco, pesado y terreno, y fue usado en el
Viejo Mundo para la útil aunque común tarea de tirar del arado. El buey no se encumbra como el águila, ni piensa como la cabeza del hombre,
ni lleva la vida real de un león.
El león, el rey de las bestias, representa bien la naturaleza espiritual, y
corresponde al Caballo Blanco. Estas cuatro bestias están en el trono de Dios donde hay «un mar de vidrio
semejante al cristal».' Nosotros estamos siempre en el trono de Dios, aunque no lo sepamos, ya que Él está en todas partes, y nuestra separación de Él, aunque parezca trágica, es sólo una separación de creencia. «El mar de vidrio» representa un mar tan liso como una plancha de vidrio, y ésta es la
conciencia que se ha separado del miedo, que ha sometido al buey, cambiado el
reptil a águila, redimido el intelecto y entronado el león.
Tomado del Libro " Alfa y Omega " de Emmet Fox