Bienaventurados los misericordiosos, por que ellos
alcanzarán misericordia.»
Éste es un breve resumen de la Ley de la
Vida que Jesús desarrolla prolijamente más tarde en el Sermón (Mateo 7:
1-5). De por sí, esta Bienaventuranza no requiere grandes
comentarios ya. que las palabras utilizadas llevan el significado ordinario que les damos en la vida
diaria, y la aseveración - como es dada- es tan clara
y obvia en su significado como la Ley en cuestión es simple e inflexible en
su acción.
La cuestión que el cristiano científico ha de notar
es que, como de costumbre, la orientación vital del principio cubierto por esta
Bienaventuranza yace en su aplicación al ámbito del pensamiento. Lo que
realmente importa es que ustedes sean misericordiosos en sus pensamientos. Las acciones amables acopladas a
pensamientos crueles y ásperos constituyen una hipocresía, dictada
por el miedo, por el deseo del auto-engrandecimiento, u
otro motivo de la misma calaña
.Todas son falsificaciones y no bendicen ni al que las da ni al
que las recibe. Por el contrario, el pensamiento sincero acerca del prójimo le bendice espiritual,
mental y materialmente; y te bendice a ti también. Seamos
misericordiosos al juzgar mentalmente a nuestro prójimo porque, a decir verdad,
todos somos uno, y cuanto más profundamente parezca que
él erra, tanto más urgente es la necesidad de que le ayudemos mediante el
pensamiento positivo,
facilitándole así que se libere. En
vista de que tú ya entiendes el poder de la Idea Espiritual, de la Verdad
Crística, tienes, por ende, una responsabilidad que las otras personas no
tienen; procura no evadida. Cuando notes la delincuencia de tu prójimo,
recuerda que el Cristo en él está acudiendo en busca de ayuda a ti, que estás iluminado por lo que se
misericordioso.
Ya que de hecho y en verdad somos todos uno, somos todos parte componente de la vestidura viviente
de Dios, tú mismo para.las finales recibirás el mismo tratamiento
que le dispensaste a otros,
recibirás la misma asistencia misericordiosa en tu propia hora de necesidad de
parte de aquellos que están más adelantados en el mismo Sendero que tú. Por encima de todo se proyecta la verdad de que, al liberar a otros del peso de tu condenación, haces posible
que te puedas perdonar a ti mismo de la auto-condenación.
Extraído del Libro " El Sermón del Monte " de Emmet Fox