Habiendo terminado con
su oración o tratamiento,
aparten de su mente la cuestión hasta el
día siguiente. Se
verá que esta oración se ocupa exclusivamente de una realización
de bien.
De ninguna manera deben permitirse quedarse pensando
en los horrores
de la guerra, en el peligro
de la guerra o
en las causas de
la guerra; o
pensar en la guerra bajo ningún pretexto durante el
tratamiento. De hecho,
la totalidad de la oración o tratamiento en sí no es más que un esfuerzo para huir en pensamiento del concepto de la guerra. Decir algo como:
"Por favor, Dios mío, no
permitas que suceda otra terrible guerra" es pensar en
la guerra (aunque
la cosa
suene piadosa y edificante),
y pensar en
algo es ayudar
a crearlo
o perpetuarlo.
La
guerra tiene
que darse
en tanto los
pensamientos que producen
la guerra permanezcan en el
corazón humano. Una meditación o
tratamiento de la
clase
científica
tendrá el
efecto
de despachar ese
pensamiento de guerra
fuera de
la mente de
la raza, y entonces la
guerra
no vendrá.
Entiendan claramente que
a nadie se le
pide que mantenga este estado mental elevado
todo el día sino sólo
durante los
pocos minutos en que
ore.
Por supuesto que,
a modo general,
evitarán pensar en
los horrores de la
guerra en todo momento,
por su bien; pero,
siempre y cuando se deshagan de esos
pensamientos durante
el período de oración,
habrán hecho todo
lo que se requiere para evitar
la guerra.
Tomado del Libro " Puntos y Aspectos de Dios "