(Julio de 1953)
La
contemplación de la Presencia Sanadora y la aceptación del Todo-Poder de esta
Presencia deben anteceder toda Aplicación.
¿Sabían que Yo a menudo me pasaba horas en adoración a ese poder sanador
siempre-presente, antes de dejar la privacidad comparativa de mi habitación a
fin de fortalecer Mi conciencia ante el mundo de las apariencias? De esa
manera, para nada importaba lo que la vida pudiera traer a Mi atención, Yo
sabía con toda certeza que no tenía poder alguno ante la Llama Sanadora del
Padre que estaba entonces (y sigue estando) viva dentro de Mí, a la espera del
Llamado para auto- descargarse como el control maestro de las apariencias. Si
Yo no Me hubiera fortalecido de esa manera, Mi conciencia externa no
hubiera sido diferente de la de ningún otro hombre, y
algunas de las temibles apariencias que los hombres han tejido en la sustancia cerebral, en su carne o en la sustancia más efímera de sus
cuerpos mental y emocional, hubieran causado una vibración temporal dentro de
Mí, la cual, en cierta medida, hubiera neutralizado
Mi poder para despedida.
No es cuestión de un momento el convencer a la
conciencia externa del Todo-Poder de Dios. No es cuestión de un momento sostener
esa seguridad positiva de que absolutamente no hay ningún otro poder que pueda
actuar. A lo largo de la vida, cada hombre y mujer que camina en un cuerpo de
carne debe sostener la Aplicación para saturar la conciencia externa con una realización de este Todo-Poder. No hay
avatar, santo o mensajero que sea una excepción a esta regla.
Tomado del libro Diario de "El Puente a la Libertad " ( JESUS )