Espera mas de tus oraciones de lo que quizás estés
acostumbrado a esperar. El poder de tu oración depen
de de cuánta fe realmente tengas en ella. Orar con el
espíritu de que "aún si esta oración no hace ningún
bien, al menos no puede hacer daño" en realidad es no
orar del todo.
Por lo general, las largas sesiones de oración son un
error. Ten la fe suficiente en el amor de Dios para
creer que una oración corta y sincera es tan buena
como una larga; y es que... ¡no hay duda de que lo es!
Claro está que se puede repetir la oración corta a inter
valos.
Una sesión de oración demasiado larga denota que,
en tu corazón, en realidad pones en duda el amor de
Dios, y piensas que se requerirá de un gran afán para
moverle. De hecho, ésta es una manera muy sutil de
utilizar la fuerza de voluntad.
La gente dice, "he orado largo y tendido porque que
ría elevar mi conciencia." Bueno, por supuesto que no
hay objetivo más importante que ése, y si ésta fuera la
manera de hacerlo, hubieras actuado con sensatez —
pero no lo es.
Esa clase de cosa no te eleva la conciencia en lo más
mínimo. Te cansa y te desanima. Estás tratando de
forzar una realización inmediata, y ese procedimiento
está destinado a fracasar.
Ora callada/o y sinceramente durante un tiempo razo
nable — y entonces déjalo, esperando resultados. Lue-
go, haz algo completamente distinto. Lee un buen libro
o revista seglar, u ocúpate de tus asuntos del diario
bregar, o acuéstate a dormir si ya es de noche; y una
bella demostración llegará cuando sea el momento
apropiado.
Tomado del Libro " Reclama lo Tuyo " de Emmet Fox