Y entonces, en un estallido espiritual, Emmet Fox cita a Jesús como la autoridad para un cambio espiritual completo en su chispita de Sabiduría, "Os es necesario nacer de nuevo”
En torno a las enseñanzas de Jesús, se nos dice que la gente común las
escuchaba
con gusto. Esto fácilmente se hubiera podido colegir
del más superficial estudio de los Evangelios. El "hombre de la
calle”,
sin prejuicios a causa de teología
o filosofía alguna, tiene una
percepción intuitiva de la Verdad fundamental cuando se encuentra con ella que, por lo general, no tienen las mentes
altamente entrenadas.
El logro intelectual puede fácilmente engendrar el orgullo espiritual, y éste es el único pecado sobre el que Nuestro Señor fue severo. Sin embargo, también entre los eruditos se encontraban aquéllos, los de mentalidad más espiritual, que se sentían de por sí atraídos al nuevo Maestro. Éste era poco convencional, menospreciado hasta más no poder por las autoridades eclesiásticas y se burlaba de las tradiciones consagradas; y, sin embargo, «lo profundo llama a lo profundo», por lo que también tenía amigos y seguidores en altas posiciones. Uno de éstos, que se sentía irresistiblemente impulsado a buscar una luz más brillante, era Nicodemo. Nicodemo tenía una sed por las cosas Divinas que no se le negará, pero la valentía moral no era su punto fuerte por lo que buscaba al Maestro por las noches. Que le hubiera buscado a pesar de las circunstancias era prueba suficiente del poder apremiante de su impulso. Claramente el desarrollo de su naturaleza, a pesar de los defectos de carácter, era lo principal en su vida y, claramente, estaba insatisfecho con el progreso que realizaba.
Nicodemo creía que Jesús tenía algo que ofrecer que era vital, y que ese don podría ser justo el secreto que hasta el momento le había eludido, justo la llave que necesitaba para abrir la casa-del-tesoro espiritual de su alma. Jesús podría mostrarle por qué había fallado hasta ahora en alcanzar el objetivo, por qué -como diríamos en el argot moderno- había fallado en demostrar. Y la explicación del Maestro fue simple, concisa, casi abrumadora en su franqueza. Jesús dijo:
«Os es necesario nacer de nuevo»
El logro intelectual puede fácilmente engendrar el orgullo espiritual, y éste es el único pecado sobre el que Nuestro Señor fue severo. Sin embargo, también entre los eruditos se encontraban aquéllos, los de mentalidad más espiritual, que se sentían de por sí atraídos al nuevo Maestro. Éste era poco convencional, menospreciado hasta más no poder por las autoridades eclesiásticas y se burlaba de las tradiciones consagradas; y, sin embargo, «lo profundo llama a lo profundo», por lo que también tenía amigos y seguidores en altas posiciones. Uno de éstos, que se sentía irresistiblemente impulsado a buscar una luz más brillante, era Nicodemo. Nicodemo tenía una sed por las cosas Divinas que no se le negará, pero la valentía moral no era su punto fuerte por lo que buscaba al Maestro por las noches. Que le hubiera buscado a pesar de las circunstancias era prueba suficiente del poder apremiante de su impulso. Claramente el desarrollo de su naturaleza, a pesar de los defectos de carácter, era lo principal en su vida y, claramente, estaba insatisfecho con el progreso que realizaba.
Nicodemo creía que Jesús tenía algo que ofrecer que era vital, y que ese don podría ser justo el secreto que hasta el momento le había eludido, justo la llave que necesitaba para abrir la casa-del-tesoro espiritual de su alma. Jesús podría mostrarle por qué había fallado hasta ahora en alcanzar el objetivo, por qué -como diríamos en el argot moderno- había fallado en demostrar. Y la explicación del Maestro fue simple, concisa, casi abrumadora en su franqueza. Jesús dijo:
«Os es necesario nacer de nuevo»
Esta afirmación sintetiza toda la ciencia de la demostración, según se practica
espiritualmente. Es verdaderamente un libro de texto de metafísica comprimido en cinco palabras. Narra todo
el cuento. Estás donde estás
hoy día, doquiera que
eso sea, porque eres el
hombre que eres. Sólo hay una manera bajo el cielo mediante la cual puedes ser transportado a otro lugar: convirtiéndote en
otro hombre. El
hombre que eres no puede
estar en ningún otro lado; un hombre diferente no puede estar
donde tú estás ahora. Si deseas ascender más alto lo puedes hacer y no hay límite a la altura que puedas alcanzar en dicho vuelo... pero te es necesario nacer de nuevo!
¿Por qué será que hacemos tan poco progreso, comparándolo -digamos- con el que podríamos y deberíamos hacer a la vista del conocimiento que, de esta enseñanza, poseemos
-al menos en teoría? ¿Por
qué no cambiamos día
a día, y de semana a semana, de
gloria a gloria, hasta que nuestros amigos apenas si puedan reconocernos? ¿Por qué no marchamos por el mundo luciendo como dioses
y sintiéndonos como tales;
sanando instantáneamente
a todos los que vengan a nosotros;
reformando al pecador; liberando a los cautivos; y, en general,
"haciendo las obras"?
¿Qué nos detiene?
¿Qué nos detiene?
Tomado del Libro " Mi amigo Emmet Fox "