Cuando una persona
"muere", sucede a veces que
en vez
de caer en un coma inmediatamente
después que se rompe el Cordón de Plata, puede que
haya un intervalo de horas o más en que retendrá
la plena
posesión de sus facultades;
y a veces la persona no cae en la cuenta de que está "muerta" aunque,
como regla general, ve su cuerpo físico acostado allí y sabe lo que ha pasado.
En tales casos la persona hará un esfuerzo exhaustivo por comunicarse con sus amigos
íntimos. Supongamos,
por ejemplo, que un hombre muere en la
calle y retuvo sus facultades según dijéramos antes. Inmediatamente trataría de
regresar a casa a su esposa para decirle lo que pasó. Supongamos que su hogar
estaba a diez kilómetros de distancia en los suburbios. Al ahora tener sólo un cuerpo
etérico, todo lo que tendría que hacer sería pensar vehementemente
en su hogar, y se encontraría allá en algunos segundos o menos porque su cuerpo
etérico podría pasar a través de casas, colinas o cualquier otro obstáculo
físico que pueda estar en su camino. No obstante, puede que la fuerza del
hábito le lleve a caminar hasta la estación de tren más cercana y abordar un tren, o puede que se
trepe a un tranvía. Al entrar a su casa llamaría instintivamente a su mujer pero,
al carecer de órganos físicos, no se produciría sonido alguno. El esfuerzo
sería puramente mental y ella no oiría nada. Es
probable que entonces él camine hacia ella y trate de agarrarla por el brazo.
Pero su sustancia etérica simplemente pasaría a través del brazo de ella sin
hacer ninguna impresión. Puede pasar, no obstante, en tal caso que
el fuerte esfuerzo mental alcance la conciencia de la esposa o de quienquiera
que esté tratando de alcanzar, y que entonces ella diga después: "Mi
marido se me apareció por un instante cuando lo mataron." El pensamiento
del marido estaría tan cargado de emoción que sería lo suficientemente fuerte,
al llegar a ella, para causarle a la esposa el proyectar un momentáneo
pensamiento-forma del esposo.
Sin embargo, puede
que no sea lo suficientemente fuerte como para hacer esto, y entonces diría simplemente: "Yo sabía que algo le había pasado a mi marido mucho
antes de que me dieran la noticia". Esta es la explicación para la mayoría
de estas historias que tan comunes son.
De
la misma manera, ha habido personas que han asistido a su propio funeral antes
de pasar al otro lado. Vale
la pena señalar que en vista de que la muerte no produce ningún cambio general
en nosotros, aquellos que poseen un sentido de humor lo conservan, y aquellos
que no, siguen sin reír; y en tales ocasiones, aquellos que cuentan con éste
útil don son entretenidos de sobremanera por estos procedimientos, y lo que no
lo tienen reaccionan de la manera esperada.
Tomado del Libro " Puntos y
aspectos de Dios " de Emmet Fox