El deseo marca siempre una dependencia. Todos dependemos, en cierto sentido, de alguien (el panadero, el lechero,
el agricultor,
etc., que son necesarios para nuestra organización). Pero depender de otra
persona para tu propia felicidad es, además de nefasto para
ti, un peligro, pues estás afirmando algo contrario a la vida y a la realidad.
Por tanto, el tener una dependencia de otra persona para
estar alegre o triste es ir contra corriente de la realidad, pues la felicidad y
la alegría no pueden venirme de fuera, ya que están dentro de mí. Sólo yo puedo actualizar las pertenencias de amor y
felicidad que están dentro de mí, y sólo lo que yo consiga expresar, desde esa
realidad mía, me puede hacer feliz, pues lo que me venga desde afuera podrá
estimularme más o menos, pero es incapaz de darme ni una pizca de felicidad.
Dentro de mí suena una melodía cuando llega mi
amigo, y es mi
melodía la que me hace feliz; y cuando mi amigo se va, me quedo lleno
con su música. Ya no se agotan las melodías, pues con cada persona suena
otra melodía distinta que también me hace feliz y enriquece mi armonía. Puedo tener una melodía o más,
que me agraden en particular, pero no me agarro a ellas, sino que me agradan
cuando están conmigo o cuando no están, pues no tengo la enfermedad de la
nostalgia, sino que estoy tan feliz que no añoro nada. La
verdad es que no puedo echarte de menos porque estoy lleno de ti. Si te echase de menos sería reconocer que al
marcharte te quedaste fuera.
¡Pobre de mí si cada vez que una
persona amada se va, mi orquesta entrase en paro!
Cuanto te quiero, te quiero independientemente de mí,
y no enamorado de mí sino enamorado de la vida. No se puede caminar cuando llevas a alguien agarrado a ti. Se dice que tenemos necesidades emocionales: ser querido, apreciado, pertenecer a otro, que se me desee. ¡No es verdad! Esto cuando se siente esa
necesidad es una enfermedad que viene de tu inseguridad afectiva.
Tanto la enfermedad - necesidad de sentirme querido-
como la medicina que se ansía -el amor recibido- están basados en premisas
falsas. No hay ningunas necesidades emocionales para conseguir la felicidad en
el exterior, puesto que TÚ ERES EL AMOR Y LA FELICIDAD EN TI MISMO, y sólo
mostrando ese amor y gozándote en él vas a ser realmente feliz, sin agarraderas ni deseos, puesto que tienes en ti todos
los elementos para ser feliz.
La respuesta de amor del exterior agrada y estimula,
pero
no te da más felicidad
de la que tú dispones, pues tú eres toda la felicidad que seas capaz de desarrollar.
Dios es la Verdad, la
Felicidad y la Realidad, y Él es la Fuente, dispuesta
siempre para llenarnos en la medida que, libremente, nos
abramos a Él.
Tomado del Libro " El Apego y El sendero de La Iluminación "