«Bienaventurados los que padecen
persecución por causa de la justicia. porque de ellos es el reino de los
cielos.
Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y
os persigan, y
digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
Gozaos y alegraos, porque vuestro
galardón es grande en los cielos; porque así
persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.»
Considerando lo que ya sabemos acerca del carácter
esencial de la enseñanza de Jesús, de que la Voluntad de Dios para con nosotros
es la armonía, la paz y el júbilo, y de que estas cosas se alcanzarán mediante el cultivo de pensamientos correctos --o "justicia"--, es ésta una afirmación que
no puede causar sino sorpresa. Jesús nos dice una y otra vez que «a vuestro Padre le ha placido daros el Reino» y que la manera en que habremos de
recibido es cultivando la serenidad, o paz del alma. Nos dice que los pacificadores harán esto, que orando en "mansedumbre"
obtendrán prosperidad, heredarán la tierra, harán que su aflicción se convierta
en gozo, y que, de hecho, todo aquello que le pidan al Padre según lo indica
esta enseñanza les será dado. Sin embargo, aquí se nos dice que es una bendición
ser perseguido como resultado de nuestro recto pensar -o "justicia",
ya que por esa causa habremos de triunfar; que es motivo para regocijarse y
alegrarse el ser vituperados y perseguidos; y que los profetas y los grandes
iluminados también sufrieron de estas cosas.
Sin duda que todo esto causa sobresalto, y es
perfectamente correcto que así sea; sólo que tenemos que entender que la fuente
de toda esta persecución no es otra que nosotros mismos. No se trata de un perseguidor externo sino de
nuestros propios vehículos inferiores. Cuando encontramos que la
"justicia" o recto
pensar nos resulta muy difícil-cuando estamos fuertemente tentados a consentir
pensamientos negativos acerca de alguna situación, alguna persona, o de nosotros mismos; a
ceder ante el temor, la ira o el abatimiento--,
en ese momento estamos padeciendo persecución por causa de la justicia, y para
nosotros esta es una condición extremadamente afortunada o bendita porque es en
tales momentos que estamos realmente avanzando. Todo tratamiento espiritual u
Oración Científica contempla un forcejeo con nuestros propios vehículos
inferiores que desean seguir con los viejos hábitos de pensamiento y, de hecho,
nos persiguen y vituperan -por ponerlo dramáticamente a la manera oriental.
Tomado del Libro " El Sermón del Monte " de Emmet fox