Todos
los grandes profetas e iluminados de la raza que finalmente
prevalecieron, lo hicieron justamente a causa de tales refriegas consigo mismos,
cuando eran perseguidos por sus propias naturalezas inferiores- o el Viejo
Adán. El mismo Jesús, "que fue tentado en todo según nuestra semejanzas"
tuvo que hacerle frente a esta "persecución" más de una vez; especialmente
en el Jardín de Getsemaní y, por algunos momentos, en la misma cruz. Ahora
bien, en vista
de que tarde o temprano habrá
que librar tales combates con el ser
inferior,
entonces
cuanto
más pronto sucedan, tanto mejor será;
y esto, relativamente hablando,
es una gran bendición.
Noten cuidadosamente que no hay
virtud o ventaja alguna en
ser perseguido o acosado por otras personas.
Nada puede entrar
a nuestra experiencia a menos
que encuentre algo
en nosotros con
lo que
esté afinado o sintonizado; y así, tener problemas
y dificultades es sólo
señal de que nuestra
propia mentalidad
necesita limpieza, ya que lo que veis en
todo momento no es más que vuestro propio concepto. En
este punto se suscita
un grave peligro para
los débiles, los
vanidosos
o los fariseos. Como las otras
personas no los tratan
como les
gustaría
que les tratasen, en vista de
que no reciben la consideración Ley de la Vida
-de
la cual el Sermón del Monte en su totalidad es una exposición- sólo podemos obtener lo que en cada momento nos corresponde, y que
probablemente no se merecen,
a menudo tienden a quejarse
de que están siendo "perseguidos" por su
superioridad
espiritual, y a darse unas ínfulas absurdas por
ello. ¡Cuán
patética
resulta esta falacia! Como consecuencia de la gran Ley de la Vida -- de la cual el Sermón del Monte en su totalidad es una exposición -- solo podemos
obtener lo que en cada momento nos corresponde, y nadie puede impedimos conseguir lo que nos toca; de allí que toda
persecución o impedimento
no tenga otro origen que
nuestro propio interior.
Tomado del Libro " El Sermón del Monte " de Emmet Fox