Aquí
recibimos una inapreciable lección
práctica en el arte de la oración -y, recuerden, la oración es nuestro único
medio de regresar a nuestra comunión con Dios. Puede que al lector casual esta
Bienaventuranza le suene como una mera generalización religiosa convencional, aún hasta como una frivolidad sentenciosa de la
clase favorecida por aquellos que pretenden pasar como
edificantes sin tener nada realmente creativo que decir. Dicho sea de paso, la Oración es la única y
verdadera acción en el pleno sentido de la palabra, porque es lo único que
cambia el propio carácter.
Un
cambio en el carácter -o un cambio en el alma- es un cambio
de verdad. Cuando en ti se da ese tipo de cambio, te conviertes en una persona
diferente y, por lo tanto, por el resto de tu vida actuarás de forma diferente
a la que antes actuabas, y que hubieras seguido actuando así de no haber orado. Puede que el grado de cambio sea insignificante cada
vez que oras, pero el
cambio ocurre, no obstante, ya que nadie puede orar sin cambiar en algún grado. Si lograras una realización fuerte de la Presencia de Dios, eso realizaría un cambio muy grande y dramático
en tu vida de manera que, en un abrir y cerrar de ojos, tu perspectiva, tus
hábitos, en fin tu vida entera cambiaría en todo respecto. Son muchos los casos de esto que se han registrado al presente, tanto en Oriente como en Occidente. Es más, lo que antes se denominaba" conversiones" son genuinos ejemplos de ello. En vista
de lo radical del cambio producido por la oración, Jesús lo
denominaba « nacer de nuevo
» En vista de que te
convierte en un hombre diferente, es como si de hecho
volvieras a nacer. La palabra "oración" debería entenderse en términos
de que incluye toda forma de comunión o
intento de comunión con Dios -ya sea vocal o puramente mental. Incluye tanto la oración afirmativa como la invocativa, cada una de éstas buena
en su lugar y momento; incluye a la meditación, y a la más alta de todas las formas de oración, que es la contemplación.
Tomado del Libro " El Sermón del Monte " de Emmet Fox