En esta hermosa Bienaventuranza se nos dice como
habremos de llevar a cabo esta tarea suprema, así como quienes la realizarán.
Éstos son los « puros de corazón». Una vez más, tenemos que entender que
aquí las palabras "puro" y "pureza"
tienen que ser tomadas en un sentido mucho más amplio que el que comúnmente se
les da. En la Biblia, "pureza" significa mucho, pero mucho más que
pureza física -sin des-mérito de la vital importancia que esto último tiene. En su sentido pleno y total,
la PUREZA consiste en reconocer sólo a
Dios como la única Causa verdadera, y el único Poder verdadero que existe.
Es lo que en otras partes del Sermón se denomina «el ojo único» y es la Llave Maestra para la vida. No
es otra cosa que el secreto del escape de toda
enfermedad, problema y limitación; en pocas palabras, del superar o invertir la
Caída del Hombre. Y así, nuestro texto bien podría parafrasearse de la
siguiente manera: "Benditos los que reconozcan a Dios como la única Causa verdadera,
y la única Presencia verdadera, y el único Poder verdadero; no meramente de
manera teórica o formal, sino prácticamente, y específicamente, y sinceramente,
en todos sus pensamientos, y palabras, y acciones; y
no meramente en algunas partes de sus vidas sino en todo rincón y esquina de
sus vidas y mentalidades; no teniendo reserva alguna para con Dios, sino más
bien llevando sus propias voluntades en todos sus aspectos
a la perfecta armonía con Su Voluntad -ya que ellos se sobrepondrán a toda
limitación de tiempo, de espacio, de materia, y de mente carnal; y realizarán la Presencia de Dios y por siempre
gozarán de ella."
No puede dejarse de hacer hincapié sobre el hecho de
que toda paráfrasis de la verdad bíblica siempre suena tosca comparada con la
gracia incomparable y precisión del texto inspirado. Es
bueno que todo el mundo de vez en cuando parafraseé en sus palabras
los textos de la Biblia que más familiares le resulten, ya que esto le ayudará
a aclarar en su mente exactamente cuál es el significado que le está dando al
texto.
A menudo servirá para llamar la
atención sobre importantes significados que hasta el
momento se han pasado por alto. Noten que Jesús habla de los «puros de corazón». La palabra "corazón" en la Biblia generalmente
significa esta parte de la mentalidad del hombre que la psicología moderna
conoce bajo el nombre de "mente subconsciente". Esto es extremadamente importante porque no basta con que aceptemos la Verdad únicamente con la mente consciente,
porque ello no pasaría de ser meramente una opinión. No es hasta que es
aceptada por la mente subconsciente y, así, asimilada dentro de la mentalidad
en pleno, que la Verdad podrá efectuar cambios en la mentalidad o vida de uno. « ... cuál es su
pensamiento en su corazón, tal es él. » ( Proverbios 23:7 ) . «Sobre toda
cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida» (Proverbios 4:23)
La
mayoría de las personas -y en especial las personas cultas- cuentan con
cualquier cantidad de conocimientos que no tiene el más mínimo efecto en sus
vidas, ni las mejoran. Los médicos lo saben todo acerca de la higiene pero, no
obstante, a menudo manifiestan hábitos altamente anti-higiénicos. Y, por otra
parte, tenemos el caso de filósofos que, aun a pesar de estar familiarizados con la sabiduría acumulada de las edades y con la
que están de acuerdo en su mayoría, continúan haciendo
cosas tontas e insensatas en sus vidas personales. En consecuencias, llevan
vidas de infelicidad y frustración. Ahora bien, todo conocimiento de esta
índole es solamente opinión o conocimiento de la cabeza, como lo
denominan algunas personas.
Tiene que convertirse en conocimiento del corazón --esto
es, ser incorporado al subconsciente- antes de que en verdad lo pueda cambiar a
uno. En su esfuerzo por "reeducar al
subconsciente", los psicólogos modernos tienen la idea correcta, si bien
todavía no han descubierto la forma correcta de llevado a cabo, que es mediante
la Oración Científica, o la práctica de la Presencia de Dios.
Jesús,
por supuesto, entendía plenamente todo esto, y es por eso que hacía énfasis
sobre el hecho de que tenemos que ser « puros de corazón».
Tomado de Libro " El Sermón del Monte " de Emmet Fox.