Letra de la canción a Lady Meta

Lady Meta,es tu amor

un ejemplo para mi.

Quiero ser Tu Sanación

Para la Gloria de Dios


En el Nombre del " YO SOY "

Traes la Iluminación;

enseñando por doquier

la causa de la aflicción.


Mira nuestra humanidad

Anhelante de dar fin

A lo que impide ser

Nuestro Plan Divino Aquí.


Lady Meta ,escúchanos ,

Hoy venimos a servir

Ofrecemos a Tu Ser

nuestro momentum de Luz


Ven descarga el poder

Sanador del " YO SOY "


Lady Meta gracias por

traer de Venus aquí ;

Tu conciencia de humildad,

de Servicio y de Paz


Invocamos desde las

Ciudades Etéricas

Los Rayos que disuelven

la causa de enfermedad


Decretamos junto a Ti:

" YO SOY " LUZ y SANACIÓN

en la Tierra por siempre " YO SOY "









miércoles, 9 de octubre de 2013

TRISTE HISTORIA DEL RICO

Uno de los pasajes más tristes en toda la literatura es el cuento del Joven Rico que se perdió una de las mayores oportunidades de toda la historia, y que «se fue triste, porque tenía muchas posesiones»  Ésta, en realidad, es la historia de la humanidad en general. Rechazamos la salvación que Jesús nos ofrece -nuestra oportunidad de encontrar a Dios- porque tenemos «grandes posesiones»; y esto no quiere decir que seamos ricos en términos de dinero -porque sin duda la mayor parte de la gente no lo es- sino porque tenemos grandes posesiones en cuanto a ideas preconcebidas --confianza en nuestro propio criterio, y en las ideas con la que estamos familiarizados; orgullo espiritual, nacido de las distinciones académicas; apego sentimental o material a instituciones y organizaciones; hábitos de vida a los cuales no tenemos deseo alguno de renunciar; interés en que a uno se le reconozca, o quizás temor al ridículo público; o intereses creados en honores y distinciones mundanas. '({ estas posesiones nos mantienen encadenados a la roca desufrimiento que es nuestro exilio de Dios.
El Joven Rico es una de las figuras mas trágicas de la historia, no porque fuera rico -ya que la riqueza en sí no es ni buena ni mala- sino porque su corazón estaba esclavizado por ese amor al dinero que Pablo denomina «la raíz de todos los males». El podría haber sido un multimillonario en oro y plata y, en tanto que su corazón no estuviera centrado en ello, hubiera sido tan libre corno el más pobre de los mendigos para entrar al Reino de los Cielos. Su confianza, sin embargo, estaba puesta en sus riquezas, y fue esto lo que cerró la puerta.
¿Por qué no fue bien recibido el mensaje de Cristo por los eclesiásticos de Jerusalén? Porque todos ellos tenían grandes posesiones -posesiones de conocimiento rabínico, posesiones de honor público e importancia, cargos de autoridad corno maestros oficiales de religión- y hubieran tenido que sacrificar todas estas posesiones a fin de aceptar la enseñanza espiritual. Los humildes y los iletrados que con gusto escucharon al Maestro estaban felices de no tener tales posesiones que les tentaran a alejarse de la Verdad. 
¿Por qué fue que en los tiempos modernos cuando el mismo simple mensaje Crfstico de la inmanencia y disponibilidad de Dios (y de la Luz Interna que arde por siempre en el alma del hombre) volvió una vez más a aparecer en el mundo, fue de nuevo ---en gran medida- recibido con beneplácito sólo por los sencillos y los iletrados? ¿Por qué no fueron los obispos, los diáconos, los moderadores, los curas y los presbíteros quienes se lo dieron al mundo? ¿Por qué no fueron Oxford, ni Cambridge, ni Harvard, ni Heidelberg, los centros de transmisión para éste, el más importante de todos los conocimientos? Y la respuesta vuelve a ser la misma: porque todos tenían grandes posesiones -grandes posesiones de orgullo intelectual y espiritual, grandes posesiones de auto-satisfacción y altaneríagrandes posesiones de compromisos académicos y prestigio social.
Los «pobres en espiritu» no sufren de ninguno de estos engorros, ya sea porque nunca los han tenido o porque se han elevado por encima de ellos navegando sobre la marea del entendimiento espiritual. Se han desprendido del amor al dinero y las propiedades, del temor a la opinión pública, y de la desaprobación de parientes o amigos. Ya no les sobrecoge la autoridad humana, no importa cuan augusta sea. Ya no están plenamente seguros de sus propias opiniones. Han llegado a convencerse de que sus creencias más apreciadas pueden estar equivocadas (y probablemente lo están), y que todas sus ideas y opiniones de la vida pueden ser falsas y necesitan ser modificadas. Esta es la gente que está lista para comenzar de nuevo desde el principio y volver a aprender la vida en su totalidad.

Tomado del Libro " El Sermón del Monte " de Emmet Fox