En lo primero que tenemos que caer en la cuenta es de
un hecho de importancia fundamental, por cuanto implica liberarse de todas las
predisposiciones ordinarias de la ortodoxia. El hecho escueto es que Jesús
no enseñó teología alguna. Su enseñanza es enteramente espiritual o metafísica.
La Cristiandad histórica, sin embargo, se ha ocupado en gran medida de
cuestiones teológicas y doctrinales, las cuales -por más extraño que resulte
decirlo- no tienen nada que ver con las enseñanzas de los Evangelios. Mucha
gente buena se sorprenderá al caer en la cuenta de que todas las
doctrinas y teologías de las iglesias no son más que inventos humanos que emanaron de
las propias mentalidades de sus autores, y que fueron encajados en la Biblia desde fuera; pero
así ocurrió. No hay absolutamente ningún sistema de teología o doctrina que
se pueda encontrar en la Biblia; sencillamente no está allí. Individuos
beneméritos que sintieron la necesidad de tener alguna explicación intelectual
de la vida, y que también creían que la Biblia era una revelación de Dios al hombre
llegaron a la conclusión natural de que la una tenía que estar dentro de la
otra; y entonces -con un mayor o menor grado de inconsciencia - procedieron a
fabricar aquello que deseaban encontrar.
Carecían de la clave espiritual o metafísica. Al no estar basados en lo que
se denomina la "Fundamentación Espiritual" se dieron a la tarea de
buscar una explicación puramente intelectual o Tridimensional de la vida, explicación
ésta que no existe.
La verdadera explicación de la vida del hombre yace
justamente en el hecho de que, en esencia, es un ser espiritual y eterno, y que
este mundo y la vida que conocemos intelectualmente no son más que -como quien
dice- un corte transversal de la plena verdad acerca de él; y un corte
transversal de lo que sea -trátese de una máquina o de un caballo-- no podrá
jamás suministrar siquiera una explicación parcial en cuanto al todo.
Mirando un rinconcito del universo -y esto con ojos a
medio abrir- y trabajando desde un punto de vista exclusivamente
antropocéntrico y geocéntrico, el hombre creó fábulas absurdas y terribles en
cuando a un Dios limitado y a semejanza del hombre que dirigía este universo
muy a la manera en que un príncipe más bien ignorante y bárbaro podría dirigir
los asuntos de un pequeño reino oriental. A este ser se le atribuyeron toda
índole de debilidades humanas -tales como la vanidad, veleidad y rencor. Se
creó entonces una leyenda inconsistente y traída de los cabellos concerniente
al pecado original, la vicaria propiciación por sangre, el castigo infinito por
transgresiones finitas; y, en ciertos casos, se le añadió una inenarrable y
horrible doctrina de predestinación al tormento eterno -o a la gloria eterna. Ahora
bien, la Biblia no enseña ninguna teoría que siquiera se le parezca a
ésta. Si el objetivo de la Biblia hubiera sido el de enseñarla, hubiera sido
afirmada de una manera clara y directa en uno que otro capítulo,pero tal no es
el caso.
Tomado del Libro"
El Sermón del Monte " de Emmet Fox