El
"Plan de Salvación" --que
tan prominentemente figuraba en los sermones evangélicos y libros de religiosidad
de la generación pasada- le resulta completamente desconocido tanto a la Biblia
como al Corán. En el universo nunca existió tal arreglo, y la Biblia no lo
enseña del todo. Lo que pasó fue que algunos teólogos tomaron ciertos textos oscuros,
algunas frases de aquí y de allá de las epístolas de Pablo, y uno o dos versos
aislados de otras partes de las Escrituras, y los pegaron para producir la clase
de enseñanza que a ellos les parecía que debla haberse encontrado en la
Biblia. Jesús desconocía todo esto. Él podrá serlo todo menos un Pollyanna --como
dicen- o un iluso optimista. Nos advierte, no una vez sino
muchas, que la obstinación en el pecado puede acarrear un castigo muy severo, y
que todo hombre que perdiere la integridad de su alma -aunque ganare el mundo
entero-- es
un trágico insensato.
Pero también enseña que solamente somos castigados a
causa de - y,
de hecho, por-
nuestros propios errores; y enseña
que todo hombre o mujer, sin importar cuán malvado o impío sea, cuenta en todo
momento con acceso directo a un Dios-Padre todo-amoroso y todo-poderoso
que no sólo le perdonará sino que le suministrará Su propia fuerza para
volverse a encontrar a sí mismo; y hasta
“setenta veces siete” si
fuese necesario.
Tomado del Libro " El Sermón del Monte " de Emmet Fox