En el momento que consideró oportuno en su
ministerio público, Jesús decidió sintetizar toda su enseñanza en una serie de
charlas que probablemente se extendieron por varios días, y probablemente
hablando dos o tres veces al día. Una persona ha comparado apropiadamente este arreglo
a una especie de escuela de verano como la conocemos hoy día.
Aprovechó la oportunidad para sintetizar el mensaje,
para "poner los puntos sobre las íes" -como
se dice en el argot popular. Es natural que ciertos de los allí presentes
tomaron apuntes y, más adelante, fueron editadas dichas notas en lo que hoy
conocemos como el Sermón del Monte.
Cada uno de los Evangelistas seleccionó material para su respectiva monografía
de acuerdo con sus propios designios; y es Mateo quien nos da la versión más
completa y mejor organizada del discurso en cuestión. Su exposición del Sermón
del Monte es una codificación casi perfecta de la religión de Jesucristo,
por lo que la escogí como texto para este libro. Lo expuesto por Mateo mismo
cubre los puntos esenciales.
Es práctico y personal. Es definitivo, específico y, no obstante, produce una real iluminación.
Una vez que se comprehenda el verdadero significado de las instrucciones, sólo se requerirá que se pongan en
práctica con perseverancia para lograr resultados inmediatos. La magnitud y
alcance de estos resultados dependerá únicamente de la sinceridad y cabalidad
con que sean aplicados. Ésta es una cuestión que cada uno tendrá que establecer por cuenta propia.
«Ningún hombre puede salvar el alma de
su hermano, ni pagar por él su deuda».
Podemos (y deberíamos) ayudarnos los
unos a los otros en ocasiones especiales, pero a la larga cada uno tiene que
aprender a hacer su propio trabajo, y dejar de "pecar", no sea
que le ocurra lo peor.
Tomado del Libro " El Sermón del Monte" de Emmet Fox