Jesús también ha sido tristemente mal entendido y mal representado en otros aspectos. Por ejemplo, en sus enseñanzas no hay fundamento alguno para que se establezca ninguna forma de eclesiastismo, ninguna jerarquía de oficiales o sistema ritualista. Jesús no autorizó semejante cosa en ningún momento y, de hecho, todo el tono de su mentalidad es definitivamente anti-eclesiástico. A lo largo de toda su vida pública se mantuvo en estado de guerra con los clérigos y demás oficiales religiosos de su patria. Por eso al principio se le opusieron, y luego le persiguieron haciendo acopio de un verdadero sentido de preservación propia -sentían instintivamente que la Verdad, como Jesús la enseñaba, era el principio del fin para ellos- y finalmente le condujeron a su ejecución. Jesús ignoró por completo sus pretensiones a la autoridad como representantes de Dios; y en cuanto a sus rituales y ceremonias, sólo expresó impaciencia y menosprecio.
Pareciera que la naturaleza humana está muy inclinada a creer lo que quiere creer, en vez de enfrascarse en la labor de realmente escudriñar las Escrituras con una mentalidad abierta. Hombres realmente sinceros, por ejemplo, se han auto-nombrado líderes cristianos con los títulos más imponentes y pretenciosos, vistiéndose entonces con vestimentas elaboradas y magníficas para impresionar a la gente, a pesar del hecho de que su Maestro -en el lenguaje más directo- dio instrucciones específicas a sus seguidores de que evitaran tal cosa a como diera lugar. «Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.»Y denunció a los fariseos como hipócritas porque «aman los primeros asientos »y «atan cargas pesadas y difíciles de llevar-» con toda índole de reglas y reglamentos.
Tomado del Libro "El Sermón del Monte" de Emmet Fox